Jesús hizo muchísimas sanaciones milagrosas en su vida pública. Hay referencias en los Evangelios a muchas curaciones que no son relatadas en detalle (Mt 4; Lc 4, 6; Mc 6), pero si se relatan 20 curaciones:
. Si observamos atentamente los "milagros, prodigios y señales" con que Dios acreditó la misión de Jesucristo, según las palabras pronunciadas por el Apóstol Pedro el día de Pentecostés en Jerusalén, constatamos que Jesús, al obrar estos milagros y señales, actuó en nombre propio, convencido de su poder divino, y, al mismo tiempo, de la más íntima unión con el Padre.
Nos encontramos, pues, todavía y siempre, ante el misterio del "Hijo del hombre - Hijo de Dios", cuyo Yo transciende todos los límites de la condición humana, aunque a ella pertenezca por libre elección, y todas las posibilidades humanas de realización e incluso de simple conocimiento.
2. Una ojeada a algunos acontecimientos particulares; presentados por los Evangelistas, nos permite darnos cuenta de la presencia arcana en cuyo nombre Jesucristo obra sus milagros. Helo ahí cuando, respondiendo a las súplicas de un leproso, que le dice: "Si quieres, puedes limpiarme", El, en su humanidad, "enternecido", pronuncia una palabra de orden que, en un caso como aquél, corresponde a Dios, no a un simple hombre:"Quiero, sé limpio. Y al instante desapareció la lepra y quedó limpio" (cfr. Mc 1, 40-42).
Algo semejante encontramos en el caso del paralítico que fue bajado por un agujero realizado en el techo de la casa: "Yo te digo... levántate, toma tu camilla y vete a tu casa" (cfr. Mc 2, 11-12). Y también: en el caso de la hija de Jairo leemos que "El (Jesús)...tomándola de la mano, le dijo: «Talitha qumi», que quiere decir: «Niña, a ti te lo digo, levántate». Y al instante se levantó la niña y echó a andar" (Mc 5, 41-42). En el caso del joven muerto de Naín: "Joven, a ti te hablo, levántate. Sentóse el muerto y comenzó a hablar" (Lc 7, 14-15).
¡En cuántos de estos episodios vemos brotar de la palabras de Jesús la expresión de una voluntad y de un poder al que El se apela interiormente y que expresa, se podría decir, con la máxima naturalidad, como si perteneciese a su condición más íntima, el poder de dar a los hombres la salud, la curación e incluso la resurrección y la vida!
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